jueves, 30 de enero de 2014

FEDERICO GUZMÁN, "Territorio Liberado", Galería Marta Cervera (Madrid)


"Mapa de la Resistencia de El Aaiún", 2013, Técnica Mixta 168x230
Cortesía del Artista y Galería Marta Cervera
 
Existe una rotunda declaración inicial de intenciones al titular una presentación de obra nueva “Territorio Liberado”, como así lo ha querido Federico Guzmán (Sevilla, 1964) para su última muestra en Madrid -Galería Marta Cervera-, luego de casi seis años de su última exposición por esos pagos. La expresión “territorio liberado” nos remite por igual a una imagen de independencia o autonomía de un determinado espacio físico, pero también a la ocupación, posesión o conquista, de ese mismo territorio. La ambigüedad semántica de ambas lecturas, o la imperceptible diferencia gramatical en la doble realidad establecida, vendrían marcadas por la posición ideológica y política de quienes creyendo liberar en realidad están subordinando, esclavizando y oprimiendo. Por supuesto, toda creación de una nueva forma artística también es un flamante territorio liberado: crea la topografía de su propia y múltiple significación. Por último, la mirada que el espectador deposita sobre las obras expuestas, sobre ese recién nacido territorio, absorbiendo su luz, también necesita de una liberación intelectual para habitar, en la aventura, la patria nueva del asombro y los descubrimientos. La unión de estos tres significados de la expresión “territorio liberado” es el necesario proceso alquímico, su destilado, lo que posibilita la materialización física y visual que nosotros, espectadores, estamos contemplando.
"A la sombra de la Talja", 2013, 180x180
Cortesía del Artista y Galería Marta Cervera
 
 
Al entrar en la galería, en la primera sala, nos reciben tondos pintados con colores que no ocultan el deseo de ser alegres y optimistas, tanto como el interés por alejarse de lo “abrillantado”, elegante y satinado. También formas geométricas, elementales, felices en la rotunda expresividad de sus límites, “vestidas”, más que pintadas, con luminosos tejidos amarillos, azules, verdes; una escultura que se asemeja a un corralito infantil; un corazón con manos unidas iluminado por un entrañable color “rosa del desierto”, y una pintura bellísima titulada Ojos de la noche, experiencia visual del estrellado firmamento africano. En la segunda sala: un horno típico del pueblo saharaui, El amor de la lumbre, pieza esta deslumbrante y cálida en su apagado fulgor; un juguete cruel de una escultura rectangular con barrotes de celda; y la obra que más y mejor grita en toda la muestra, Mapa de la Resistencia de El Aaiún, una topografía, escritura e imágenes, del dolor y el sufrimiento, un índice y una señal de la ignominia y la vileza.
"Ignis Novus", 180x180, 2013 Cortesía del Artista y Galería Marta Cervera
 
Territorio Liberado tiene un solo autor, Federico Guzmán, pero política e ideológicamente la muestra ha sido realizada por innumerables manos invisibles, por múltiples amigos presentes y ausentes, por interminables conversaciones y proyectos compartidos, por ideas esbozadas entre aquellos que no siendo artistas necesitan de un médium, el propio Federico, para materializar sus ideas e intuiciones. Es una exposición, en definitiva, solidaria (y defiendo este término como el más apropiado), y sin por ello renunciar a la rotunda afirmación de la singularidad radical que le otorga una consideración otra de la idea misma de autoría. Por otra parte, lo recién afirmado no tiene nada de extraño o novedoso. Desde su primer viaje a Colombia, en la segunda mitad de los noventa, si no antes, el interés de nuestro artista por el asociacionismo artístico, o la colaboración múltiple y desinteresada, así como la participación en proyectos donde la práctica artística se alía con investigaciones comunales de ética productiva o sostenibilidad racionalizada, pensemos al respecto en la idea investigadora que anima el Proyecto Tomaco, han sido una constante en su interés y preocupación artísticas, hasta desembocar, desde hace ya no pocos años, en su activa y fértil colaboración con el pueblo saharaui, a través de la asociación ARTifariti, o la Asociación de Amistad con el Pueblo Saharaui de Sevilla. Territorio Liberado, entonces, podemos integrarla en un panorama más amplio del propiamente debido a lo que comúnmente entendemos por “objetos de arte que se exponen”, si bien éstos mantienen su propia autonomía discursiva y expresiva si únicamente pretendemos contemplar su natural realidad visual, o  su indiscutido ser de arte.
Vista de la exposición. Cortesía del artista y Galería Marta Cervera
 

Ante me he referido a que esta exposición posee, toda ella, un componente solidario, y creo oportuno y necesario intentar al menos una clarificación de lo que con ello pretendo decir. Explicarme, en una palabra. Para ello mejor olvidarnos (de momento) de la lucha del pueblo saharaui por su supervivencia, pues ello direccionaría el concepto expresado en una idea fija de “compromiso político” que por su facilismo ético, y muy necesario, dejaría de lado otras consideraciones más propiamente artísticas. Entiendo por “solidaridad”, en arte, un compromiso del artista para quien contempla su obra. Un compromiso ético, laico, social, instructivo, educacional, liberador…, siendo infinitas las formas, modos y maneras, que el artista puede utilizar para solidarizarse con el espectador. Pongamos ejemplos prácticos: tan solidaria me parece la obra de Robert Mapplethorpe, en su aparente egoísmo individual y nihilista, que la de Luis Gordillo en su inexplicable laberinto de gestos y formas; tan brutalmente insolidaria me parece la férrea y calvinista escultura de Richard Serra, como el narcisismo ritualizado de la de Juan Muñoz, aun admirando profundamente la obra de ambos artistas insolidarios. Lo solidario, entonces, sería una posición de ética liberadora ante la vida y el mundo, una entrega por parte del artista para que su obra contribuya a la comprensión de la existencia, una apertura en la interesada y confusa selva de los significados: una iluminación del Logos. Podemos explicarlo de otra manera: una interpretación de la Modernidad y la Vanguardia como si éstas no hubieran tenido lugar, y a través de una utilización ingenua (pero muy sabia y complejísima en su concepto) de formas, gestos, rasgos y actitudes, que a la vez que remiten a un pasado, tan real como soñado, también liberan pesadas y castradoras cargas históricas. Precisamente las pinturas que vemos en esta última y soberbia exposición de Federico Guzmán son así: elementales juegos cromáticos de impulsiva sofisticación social, transgresoras manchas de refinados pigmentos laicos, geometrías simples y coloridas para mejor lograr la liberación de cuerpos y almas… Llegados a este punto, digamos estético, ya estamos mejor preparados para sentir y activar la noble solidaridad, humana y artística, con el pueblo saharaui, y con el vecino de al lado que lo pasa fatal, también. Esta muestra tan bella, rotunda, entrañable y solidaria, y muy, muy política y comprometida sin casi parecerlo, se puede resumir con un solo verso de Lezama Lima: “El mundo en su actitud de entrega”. Territorio Liberado.

Vista de la exposición. Cortesía del artista y Galería Marta Cervera




  

 

 

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